Respecto a sus asuntos, que repita diecinueve veces: «Tú me ves, oh mi Dios, desprendido de todo salvo de Ti y aferrándome a Ti. Guíame pues, en todos mis asuntos, hacia aquello que me favorezca para la gloria de Tu Causa y la grandeza de la posición de Tus amados». Que luego reflexione sobre ello y lleve a efecto lo que le venga a la mente. Esta violenta oposición de los enemigos dará paso, sin duda, a la suprema prosperidad.