¡Alabado seas, oh Dios, mi Dios! Tú has ordenado a Tus elegidos, a Tus amados y a Tus siervos, oh mi Dios, observar durante estos días el ayuno, del cual has hecho una luz para los habitantes de Tu reino, tal como hiciste de la oración obligatoria una escalera de ascenso para quienes reconocen Tu unidad. Te suplico, oh mi Dios, por estos dos sólidos pilares que has ordenado como gloria y honor de toda la humanidad, que protejas Tu religión de las intrigas de los infieles y las conspiraciones de los malvados. Oh Señor, no ocultes la luz que has revelado mediante Tu fuerza y Tu omnipotencia. Ayuda, pues, a los que verdaderamente creen en Ti con las huestes de lo visible y lo invisible, mediante Tu mandato y Tu soberanía. No hay Dios sino Tú, el Omnipotente, el Todopoderoso.