¡Oh Dios, mi Dios! He salido de mi hogar aferrándome fuertemente a la cuerda de Tu amor, y me he encomendado enteramente a Tu cuidado y protección. Te imploro, por Tu poder, por medio del cual protegiste a Tus amados del descarriado y del perverso, de todo opresor contumaz y de todo malhechor que se ha apartado lejos de Ti, que me protejas mediante Tu munificencia y Tu gracia. Permíteme, pues, regresar a mi hogar por Tu fuerza y Tu poder. Tú eres, en verdad, el Todopoderoso, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo.