¡Glorificado seas, oh mi Señor compasivo! Te suplico, por el agitado océano de Tu santa expresión, y por las múltiples muestras de Tu suprema soberanía, y por las convincentes pruebas de Tu Divinidad, y por los misterios ocultos que se esconden en Tu conocimiento, que me concedas Tu gracia para servirte a Ti y a Tus escogidos y me permitas ofrecer obedientemente Tu Ḥuqúq, el cual has prescrito en Tu Libro.
Soy aquel, oh mi Señor, que ha puesto sus afectos en Tu dominio de gloria, y se ha asido tenazmente de la orla de Tu generosidad. ¡Oh Tú que eres el Señor de todos los seres y el Gobernante del reino de los nombres! Te suplico que no me niegues las cosas que Tú posees ni me prives de lo que Tú has ordenado para Tus escogidos.
Te imploro, oh Señor de todos los nombres y Creador de los cielos, que me ayudes a ser constante en Tu Causa, mediante Tu gracia fortalecedora, de modo que las vanidades del mundo no consigan apartarme de ella como por un velo, ni me detengan las violentas conmociones de los malhechores que se han dispuesto a desviar a Tu pueblo en Tus días. Destina, entonces, para mí, oh Deseo de mi corazón, el bien de este mundo y del mundo venidero. Ciertamente, poderoso eres Tú para hacer Tu voluntad. No hay otro Dios sino Tú, Quien siempre perdona, el Más Generoso.