¡OH HIJO DEL POLVO! Ciega tus ojos, para que veas Mi belleza; tapa tus oídos, para que escuches la dulce melodía de Mi voz; vacíate de todo saber, para que compartas Mi conocimiento; y purifícate de la riqueza, para que obtengas una parte duradera del océano de Mi eterna abundancia. Es decir, ciega tus ojos para todo cuanto no sea Mi belleza, tapa tus oídos para todo cuanto no sea Mi palabra, y vacíate de todo saber fuera de Mi conocimiento, para que con visión clara, corazón puro y oído atento entres en la corte de Mi santidad.