¡OH HIJO DEL POLVO! Todo lo que hay en el cielo y en la tierra lo he dispuesto para ti, salvo el corazón humano, que lo he destinado para habitación de Mi belleza y gloria; sin embargo, diste Mi hogar y morada a otro y no a Mí, y siempre que la manifestación de Mi santidad buscaba su propia residencia, encontraba allí a un extraño y sin hogar, partía presurosa hacia el santuario del Amado. No obstante, he guardado tu secreto y no he deseado tu vergüenza.