¡OH HIJO DEL ESPÍRITU! El pájaro busca su nido; el ruiseñor el encanto de la rosa; pero esos pájaros, que son los corazones de los hombres, contentos con el polvo transitorio se han desviado lejos de su nido eterno y, con ojos vueltos hacia el lodo de la negligencia están despojados de la gloria de la presencia divina. ¡Ay! Qué extraño y lamentable, a cambio de un simple sorbo, se han apartado de los inquietos mares del Altísimo, permaneciendo lejos del muy resplandeciente horizonte.