¡OH MI HERMANO! Escucha las dulces palabras de Mi meliflua lengua y bebe el torrente de santidad mística que vierten Mis labios azucarados. Siembra las semillas de Mi sabiduría divina en la tierra pura de tu corazón y riégalas con el agua de la certeza, para que los jacintos de Mi conocimiento y sabiduría broten frescos y verdes en la sagrada ciudad de tu corazón.