¡Alabado seas, oh mi Dios! Estos son Tus siervos, atraídos por las fragancias de Tu misericordia, encendidos por el fuego que arde en el árbol de Tu singularidad, y con los ojos iluminados al contemplar los resplandores de la luz que brilla en el Sinaí de Tu unicidad.
¡Oh Señor! Desata sus lenguas para que hagan mención de Ti entre Tu pueblo, permíteles expresar Tu alabanza mediante Tu gracia y bondad, ayúdalos con las cohortes de Tus ángeles, fortalécelos en Tu servicio y hazlos señales de Tu guía entre Tus criaturas.
Verdaderamente, Tú eres el Todopoderoso, el Más Exaltado, Quien siempre perdona, el Todomisericordioso.