Este es, oh mi Dios, el primero de los días que has ordenado a Tus amados observar el ayuno. Te pido, por Ti mismo y por quien haya ayunado por amor a Ti y por Tu complacencia -y no por egoísmo ni deseo, ni por temor a Tu ira- y por Tus muy excelentes nombres y augustos atributos, que purifiques a Tus siervos del amor a otra cosa que no seas Tú y los atraigas hacia el Punto de Amanecer de las luces de Tu semblante y la Sede del trono de Tu unicidad. Ilumina sus corazones, oh mi Dios, con la luz de Tu conocimiento y haz brillar sus rostros con los rayos del Sol que resplandece en el horizonte de Tu Voluntad. Potente eres Tú para hacer lo que Te place. No hay Dios sino Tú, el Todoglorioso, Cuya ayuda todas las almas imploran.
Ayúdales, oh mi Dios, a hacerte victorioso y a exaltar Tu Palabra. Permite, pues, que se conviertan en manos de Tu Causa entre Tus siervos, y haz de ellos los reveladores de Tu religión y de Tus señales entre la humanidad, de tal forma que todo el mundo se llene con Tu recuerdo y alabanza, y con Tus pruebas y evidencias. Tú eres, verdaderamente, el Munífico, el Exaltadísimo, el Potente, el Poderoso y el Misericordioso.