¡Él es el Todoglorioso!
¡Alabado seas, oh mi Dios! Tú me llamaste, y yo Te respondí. Me convocaste, y yo me dirigí presuroso hacia Ti, y me puse al amparo de Tu misericordia y busqué refugio en el umbral de la puerta de Tu gracia. Tú me has educado, oh mi Señor, mediante Tu providencia, me has escogido para Ti solo, me has creado para servirte y me has elegido para presentarme ante Ti. Te suplico, por Tu muy glorioso Nombre y por Tu belleza que ha asomado sobre el horizonte de Tu exaltadísima Esencia, que me relaciones contigo, tal como hiciste en otro tiempo, y no me separes de Ti. Haz, entonces, oh mi Dios, que de mí brote aquello que sea digno de Ti. Tú eres, en verdad, poderoso sobre todas las cosas.