¡Alabanzas Te sean dadas, oh Señor mi Dios! Hemos observado el ayuno en conformidad con Tu mandato, y lo rompemos ahora por Tu amor y Tu complacencia. Dígnate aceptar, oh mi Dios, las obras que hemos llevado a cabo en Tu camino enteramente por Tu belleza, con los rostros vueltos hacia Tu Causa, libres de cuanto no seas Tú. Concédenos, pues, Tu perdón, a nosotros, a nuestros antepasados y a todos los que han creído en Ti y en Tus poderosas señales en esta muy grande y gloriosísima Revelación. Potente eres Tú para hacer lo que elijas. Tú eres, verdaderamente, el Más Exaltado, el Omnipotente, el Libre.