¡Glorificado eres, oh Señor, mi Dios! Toda persona de discernimiento confiesa Tu soberanía y Tu dominio, y todo ojo perspicaz percibe la grandeza de Tu majestad y la fuerza irresistible de Tu poder. Los vientos de las pruebas son incapaces de impedir que quienes gozan de Tu cercanía vuelvan el rostro hacia el horizonte de Tu gloria, y las tempestades de las tribulaciones no podrán alejar a quienes están totalmente consagrados a Tu voluntad ni evitar que se acerquen a Tu corte.
Pareciera que la lámpara de Tu amor ardiera en sus corazones, y que la luz de Tu ternura estuviera encendida en sus pechos. Las adversidades son incapaces de alejarlos de Tu Causa y las vicisitudes de la suerte jamás podrán desviarlos de Tu voluntad.
Te imploro, oh mi Dios, por ellos y por los suspiros que exhalan sus corazones en su separación de Ti, que los protejas del daño de Tus adversarios y que alimentes sus almas con lo que has ordenado para Tus amados, a quienes no sobrevendrá temor ni pesar alguno.