¡Oh mi Señor, mi Amado, mi Deseo! Sé mi amigo en la soledad y acompáñame en mi exilio. Disipa mi tristeza. Haz que me consagre a Tu belleza. Aléjame de todo excepto de Ti. Atráeme con Tus fragancias de santidad. Haz que me asocie en Tu Reino con aquellos que se han desligado de todo salvo de Ti, que anhelan servir en Tu sagrado umbral y están dispuestos a trabajar en Tu Causa. Permíteme que sea una de Tus siervas que han alcanzado Tu complacencia. Verdaderamente, Tú eres el Magnánimo, el Generoso.