¡Gloria sea a Ti, oh Señor mi Dios! No humilles a quien has exaltado mediante el poder de Tu soberanía eterna, y no alejes de Ti a quien has hecho entrar en el tabernáculo de Tu eternidad. ¿Rechazarás, oh mi Dios, a quien has protegido con Tu Señorío, y apartarás de Ti, oh mi Deseo, a aquel para quien has sido un refugio? ¿Podrás degradar a quien has elevado u olvidar a quien permitiste que Te recordara?
¡Glorificado, inmensamente glorificado eres Tú! Tú eres Aquel que, desde siempre, ha sido el Rey de toda la creación y su Primer Motor; y eternamente permanecerás siendo el Señor y Ordenador de todas las cosas creadas. ¡Glorificado eres, oh mi Dios! Si dejas de ser misericordioso con Tus siervos, ¿quién, entonces, les mostrará misericordia? Y, si rehúsas socorrer a Tus amados, ¿quién podrá socorrerlos?
¡Glorificado, inmensamente glorificado eres Tú! Tú eres adorado en Tu verdad, y a Ti, ciertamente, todos Te rendimos culto. Tú estás manifiesto en Tu justicia, y de Ti, verdaderamente, todos damos testimonio. Tú eres, en verdad, amado en Tu gracia. No hay Dios sino Tú, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo.