¡Oh Dios, mi Dios! Escuda a Tus siervos leales contra los males del egoísmo y la pasión; protégelos con la mirada vigilante de Tu amorosa bondad de todo rencor, odio y envidia; ampáralos dentro de la fortaleza inexpugnable de Tu cuidado y, libres de los dardos de la duda, hazlos las manifestaciones de Tus gloriosas señales; ilumina sus rostros con los refulgentes rayos emanados de la Aurora de Tu divina unidad; alegra sus corazones con los versículos revelados desde Tu reino de santidad; y fortalece sus espaldas con Tu poder irresistible proveniente de Tu dominio de gloria. Tú eres el Todogeneroso, el Protector, el Todopoderoso, el Magnánimo.