¡OH HABITANTES DE LA CIUDAD DEL AMOR! Ráfagas mortales han acosado al cirio sempiterno, y la belleza del Joven celestial está velada en la oscuridad del polvo. El príncipe de los monarcas del amor es agraviado por el pueblo de la tiranía, y la paloma de la santidad está presa en las garras de las lechuzas. Los moradores del pabellón de gloria y el concurso celestial lloran y se lamentan, en tanto que vosotros descansáis en el dominio de la negligencia y os consideráis entre los verdaderos amigos. ¡Qué vanas son vuestras imaginaciones!