¡Alabado seas, oh Señor mi Dios! Cada vez que intento hacer mención de Ti me lo impide la sublimidad de Tu posición y la irresistible grandeza de Tu poder, pues si Te alabara a lo largo de la extensión de Tu dominio y la duración de Tu soberanía, descubriría que mi alabanza a Ti tan solo corresponde a los que son semejantes a mí, quienes son ellos mismos Tus criaturas y han sido generados mediante el poder de Tu decreto y creados mediante la potencia de Tu voluntad. Y siempre que mi pluma atribuye gloria a alguno de Tus nombres, pareciera que oigo la voz de su lamento por su lejanía de Ti y reconozco su llanto debido a su separación de Tu Ser. Atestiguo que todo lo que hay fuera de Ti no es sino Tu creación y se encuentra en la palma de Tu mano. La aceptación de cualquier acción o alabanza de Tus criaturas no es sino una prueba de las maravillas de Tu gracia y Tus muníficos favores, y una manifestación de Tu generosidad y providencia.
Te suplico, oh mi Señor, por Tu Más Grande Nombre, mediante el cual separaste la luz del fuego y la verdad de la negación, que hagas descender sobre mí y sobre aquellos de mis amados que se encuentran en mi compañía el bien de este mundo y del venidero. Provéenos, pues, con Tus maravillosos dones que están ocultos a los ojos de todos. Tú eres, en verdad, el Modelador de toda la creación. No hay Dios sino Tú, el Todopoderoso, el Todoglorioso, el Altísimo.