¡Oh amado de mi corazón y de mi alma! No tengo refugio alguno salvo Tú. No pronuncio palabra al amanecer que no sea en Tu conmemoración y alabanza. Tu amor me envuelve y Tu gracia es perfecta. En Ti está mi esperanza.
¡Oh Dios! Dame una nueva vida a cada instante y confiéreme, en todo momento, los hálitos del Espíritu Santo, para que permanezca constante en Tu amor, logre felicidad inmensa, perciba la luz manifiesta y me encuentre en un estado de máxima tranquilidad y sumisión.
Verdaderamente, Tú eres el Donador, el Perdonador, el Compasivo.