¡Oh Señor incomparable! En Tu omnipotente sabiduría has ordenado el matrimonio a los pueblos para que las generaciones se sucedan unas a otras en este mundo contingente y para que siempre, mientras exista el mundo, se ocupen en el Umbral de Tu unicidad en servirte y adorarte, en rendirte homenaje, venerarte y alabarte. «No he creado a los espíritus y a los hombres sino para que me adoren». Por tanto, desposa en el cielo de Tu misericordia a estas dos aves del nido de Tu amor, y haz de ellas el medio de atraer gracia perpetua; para que de la unión de estos dos mares de amor surja una ola de ternura que vierta en la playa de la vida perlas de pura y hermosa descendencia. «Él ha soltado los dos mares para que se encuentren. Entre ellos hay una barrera que no sobrepasan. Así pues, ¿cuál de los dones de vuestro Señor negaréis? De cada uno Él saca perlas y corales».
¡Oh bondadoso Señor! Haz que este matrimonio produzca corales y perlas. Tú eres, verdaderamente, el Todopoderoso, el Más Grande, Quien siempre perdona.