¡Él es el Incomparable!
¡Alabado seas, oh Señor, mi Dios! Te suplico, por Tu Excelso Nombre, en el Tabernáculo de esplendor refulgente, y por Tu Muy Sublime Palabra, en el Dominio de gloria trascendente, que protejas a este siervo, que ha gozado de Tu compañía, ha escuchado las cadencias de Tu voz y ha reconocido Tu prueba. Otórgale, entonces, el bien de este mundo y del venidero, y confiérele la posición de rectitud en Tu presencia, para que sus pies no se alejen de Tu exaltadísimo y gloriosísimo sendero.