¡OH MI SIERVO! Sois los árboles de mi jardín; debéis dar frutos excelentes y maravillosos para que vosotros mismos y otros obtengan provecho de ellos. Así, incumbe a todos ocuparse en oficios y profesiones, pues en ello reside el secreto de la riqueza, ¡oh hombres de entendimiento! Por cuanto los resultados dependen de los medios, y la gracia de Dios os será totalmente suficiente. Los árboles que no dan fruto han sido y siempre serán para el fuego.