¡Él es Dios!
¡Oh Señor incomparable! Alabado seas por haber encendido aquella luz en la lámpara del Concurso de lo alto, por haber guiado a aquella ave de fidelidad al nido del Reino de Abhá. Has unido ese precioso río con el ingente mar, has devuelto ese inmenso rayo de luz al Sol de la Verdad. Has dado la bienvenida a aquel cautivo de la lejanía al jardín de la reunión, y has guiado a quien anhelaba contemplarte a Tu presencia en Tu lugar resplandeciente de luces.
Tú eres el Señor de tierno amor, Tú eres la meta final del corazón anhelante, Tú eres el más caro deseo del alma del mártir.