¡Alabado sea Tu Nombre, oh mi Dios y el Dios de todas las cosas, mi Gloria y la Gloria de todas las cosas, mi Deseo y el Deseo de todas las cosas, mi Fuerza y la Fuerza de todas las cosas, mi Rey y el Rey de todas las cosas, mi Poseedor y el Poseedor de todas las cosas, mi Objetivo y el Objetivo de todas las cosas, mi Motor y el Motor de todas las cosas! No permitas, Te lo imploro, que quede apartado de Tus tiernas mercedes, ni alejado de las orillas de Tu proximidad.
Nada que no seas Tú, oh mi Señor, me es de provecho, y de nada me sirve la proximidad a otro que no seas Tú. Te ruego, por la abundancia de Tus riquezas, por las cuales prescindiste de todo excepto de Ti mismo, que me cuentes entre aquellos que han vuelto el rostro hacia Ti y se han dispuesto a servirte.
Perdona, pues, oh mi Señor, a Tus siervos y a Tus siervas. Tú eres, en verdad, Quien siempre perdona, el Más Compasivo.