¡Alabado seas, oh Señor mi Dios! Este es Tu siervo, que ha bebido de las manos de Tu gracia el vino de Tu tierna merced, y ha conocido el sabor de Tu amor en Tus días. Te imploro, por las encarnaciones de Tus nombres, a quienes ninguna aflicción puede impedir que se regocijen en Tu amor o que contemplen Tu rostro, y a quienes todas las huestes de los negligentes son incapaces de apartarlos del sendero de Tu agrado, que otorgues a Tu siervo las cosas buenas que Tú posees, y lo eleves a tales alturas que considere el mundo como una sombra que se desvanece más rápido que un abrir y cerrar de ojos.
Protégelo también, oh mi Dios, mediante el poder de Tu inmensurable majestad, de todo lo que Tú detestas. Tú eres, verdaderamente, su Señor y el Señor de todos los mundos.