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¡OH HIJO DE LA MUNIFICENCIA! De los desiertos de la nada, con la arcilla de Mi mandamiento te hice aparecer, y dispuse para tu educación cada átomo existente y la esencia de todo lo creado. Así, antes que salieras del vientre de tu madre, destiné para ti dos manantiales de fulgurante leche, ojos que velasen por ti y corazones que te amasen. Con Mi amorosa bondad y a la sombra de Mi misericordia te crié, y te protegí por la esencia de mi gracia y favor. Y en todo ello, Mi propósito era que alcanzaras Mi dominio sempiterno y llegases a ser merecedor de Mis invisibles dones. Sin embargo, permaneciste descuidado y, cuando maduraste menospreciaste todas Mis dádivas y te ocupaste en tus ociosas imaginaciones de tal modo, que te volviste completamente olvidadizo y apartándote de las puertas del Amigo habitaste en las cortes de Mi enemigo.

Bahá’u’lláh

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