¡OH HIJO DEL HOMBRE! Una pequeña gota del insondable océano de Mi misericordia la he vertido sobre los pueblos del mundo; mas no he encontrado a nadie que se vuelva hacia ella, por cuanto todos se han apartado del vino celestial de la unidad, prefiriendo las corrompidas heces de la impureza y, contentándose con la copa mortal, han rechazado el cáliz de la belleza inmortal. Vil es aquello con lo cual se contentan.